María Magdalena

Palabra Viva
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Episodio 133: María Magdalena
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INTRODUCCION

Buen día hermanos, amigos y quienes me escuchen.  Bienvenidos nuestra comunión con Dios. Hoy nuestra meditación la hemos titulado: “María Magdalena.”

Estamos utilizando para ello dos versículos, uno del Nuevo Testamento en Lucas 24:5-6 que dice: ¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? No está aquí. Sino que ha resucitado.

Y en el Antiguo Testamento en Amós 5:8 dice: Buscad al que vuelve las tinieblas en mañana.

ORACION

Ok oremos. Padre celestial en el nombre de Jesús, en esta hora señor, en esta mañana bendecida porque no has dado la vida señor, porque podemos ver la extensión de tus bendiciones durante nuestras vidas señor.

Porque no has dado memoria para tenerla señor, y ver tus bendiciones. Desde el tiempo, desde antes de conocerte padre, tú tenías propósitos para nuestro pueblo, te damos las gracias por ello. Por tu palabra señor, que está basada señor, en tu pensamiento señor.

Está basada en tus propósitos, en la eternidad padre. Así que damos gracias por esta palabra y te solicitamos señor, que nos ayudes, nos fortalezcas. Que nos dé el señor esa fortaleza para desarrollar una fe continúa, persistente señor, dependiendo de ti, de nuestro Señor Jesucristo y el Espíritu Santo.

Gracias padre. Invocamos tu nombre, padre eterno, padre de la misericordia, padre del amor y del perdón. Santificado seas señor, en el nombre de Jesús amén, amén y amén.

MEDITACION

Ok.  Entonces tenemos aquí el título, María Magdalena. Ella estaba llorando cerca de la tumba donde había visto depositar el cuerpo inerte de su salvador y señor. Jesús la había liberado del poder de satanás, y desde entonces ella le seguía.

Formaba parte de las mujeres que le habían servido. Con el corazón destrozado, lo había visto clavado en la Cruz. Dos hombres habían bajado su cuerpo de la infame cruz y lo habían puesto en la tumba. Pasado el sábado, María Magdalena regresó muy temprano para ver el cuerpo de su señor. Pero ya no estaba allí.

La piedra que cerraba la entrada de la tumba había sido rodada y el sepulcro estaba vacío. Muy angustiada se echó a llorar, luego vio allí a un hombre y pensó que era el hortelano.  Entonces le dijo, señor, si tú lo has llevado, dime dónde lo has puesto y yo lo llevaré. En Juan 20:15

La respuesta fue breve, directa al corazón “María” en el versículo 16. En realidad, era Jesús mismo vivo y resucitado. Después añadió, ve a mis hermanos y diles, subo a mi padre y a vuestro padre, a mi Dios y a vuestro Dios, en Juan 20:17

Repito, después añadió. Ve a mis hermanos y dile: Subo a mi padre y a vuestro padre y a mi Dios y a vuestro Dios, en Juan 20:17. ¡Qué expresión! El padre de su señor, pasó a ser padre de todos los discípulos.

El señor iba a dejarlos, pero desde entonces sabían que tenían un padre en el cielo. María no necesitaba saber más y se fue corriendo para anunciar la maravillosa noticia a los que habían seguido a Jesús.  Está buena nueva también es para nosotros.

Amigos y hermanos cristianos, en el cielo tenemos un padre. Y desde ahora podemos disfrutar de la intimidad de la gloriosa familia de los redimidos. Pensad en esto. En la maravilla de lo que Dios ha hecho, y que nuestro pensamiento, y nuestro corazón, y voluntad esté dispuesta para escuchar al señor y servirle. El señor bendiga tu día hasta luego.