Un diagnóstico infalible

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Episodio 151: Un diagnóstico infalible
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INTRODUCCION

Buen día amados hermanos, amigos y quienes me escuchen, bienvenidos a nuestra comunión con Dios. Hoy nuestra meditación la hemos titulado: “Un diagnóstico infalible.”  Para ello estamos utilizando dos versículos del Antiguo Testamento.

En Isaías 1:6 dice: ”desde la planta del pie hasta la cabeza no hay en él cosas sana, sino herida, hinchazón y podrida llaga. No están curadas ni vendadas ni suavizadas con aceite.” Y en el mismo Isaías 38:16 dice: “Oh señor, Tú me restablecerás y harás que viva.”

ORACION

Oremos. Padre celestial, santificado sea tu nombre en esta hora. Venimos delante de tu trono, padre solicitándote el perdón de nuestros pecados. Límpianos y restáuranos en esta hora, padre, eterno padre del amor de la misericordia, padre justiciero.

Y aquí hoy señor, nosotros siempre te vamos a pedir el perdón cuando fallamos. Señor, aquí vemos en tu palabra que redarguye, cómo tu palabra habla de un juicio tuyo contra su pueblo. Y tú llamas como testigo a los cielos y a la tierra. Y en estos tiempos también hay justicia tuya, señor, santa.

Por ello solicitamos librarnos señor, mediante tu amor, tu misericordia y en medio de sus situaciones especiales, nosotros pedimos paz y gozo señor, dándote las gracias en el Santo nombre de Jesús, Amén, amén y amén.

MEDITACION

OK. Un diagnóstico infalible. Por donde quiera que pasaba Jesús, devolvía la salud a los enfermos. La curación estaba ligada a su mensaje. Para salvar a los hombres, en Lucas 9:6. ¿Pero en qué orden actuaba el señor? Cuando Jesús Sanó a un paralítico, primero le dijo como respuesta a su fe, “Tus pecados te son perdonados” aparece Marcos 2:3-12. Jesús vino a traer a los hombres la salvación del alma, mucho más importante que la curación del cuerpo.

Sin embargo, para demostrar que tiene toda autoridad para perdonar pecados también devolvió la salud a ese hombre y así mostró su poder y su compasión a la vez. Un médico que solo se limitase a curar la fiebre, los dolores de cabeza sin buscar el origen de esos males, carecería de capacidad o conciencia profesional.

Nuestro gran médico, Jesucristo, cuyo diagnóstico es infalible nos muestra cuál es el verdadero problema del hombre. La causa de todas sus desgracias, una enfermedad moral y mortal llamada pecado.

Nuestra tendencia es detenernos ante sus manifestaciones visibles, miseria, opresión, desigualdades sociales, angustias, desórdenes de todo tipo y olvidarnos del verdadero problema para el cual el señor trae el remedio.

Amigo y hermano. Todos, creyentes o incrédulos, pasamos por diferentes pruebas en este mundo consecuencias más o menos directas del pecado. Aún hoy, Jesús puede sanar totalmente a un enfermo si lo considera oportuno. Pero siempre dará el perdón, la paz y el gozo eterno al que cree en su nombre. Jesús. El señor, bendiga tu día hasta luego.