
/
“Como el ciervo brama por las corrientes de las aguas, así clama por ti, oh Dios, el alma mía.” Esta imagen poderosa describe un corazón sediento de la presencia divina, un alma que no se conforma con lo superficial ni con la rutina espiritual.
Este episodio nos lleva a reflexionar sobre ese anhelo profundo que nace cuando hemos probado que solo Dios sacia verdaderamente. No es emoción momentánea, sino un clamor continuo, una necesidad vital.
“Un anhelo por Dios” no es debilidad emocional, es señal de vida espiritual. Donde hay sed por Él, hay esperanza de renovación.
Preguntas para reflexión:
- ¿Tienes sed de Dios o te has acostumbrado a vivir sin buscarlo intensamente?
- ¿Qué estás haciendo para cultivar un corazón que anhela Su presencia?
- ¿Tu oración fluye del deseo o de la obligación?