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«Oye, Israel: el Señor nuestro Dios, el Señor uno es.” Así comienza uno de los pasajes más centrales de toda la Escritura. En este episodio, exploramos el llamado urgente a escuchar: no solo oír sonidos, sino prestar atención con el corazón.
Dios no busca solo nuestras palabras, sino nuestra atención. En medio del ruido de la vida, la oración se convierte en el lugar donde afinamos el oído espiritual. Escuchar a Dios es un acto de amor, obediencia y comunión.
“Una llamada a oír” es más que una exhortación a Israel. Es una invitación para todos los hijos de Dios a vivir atentos, conectados con su voz, y con su Palabra grabada en el corazón.
Preguntas para reflexión:
- ¿Cuánto espacio tiene la voz de Dios en tu rutina diaria?
- ¿Estás orando más para hablar o para oír?
- ¿Qué implica amar a Dios con todo el corazón, alma y fuerzas?