
/
“Lejos sea de mí que peque yo contra Jehová cesando de rogar por vosotros…” (1 Samuel 12:23). Samuel no ve la oración como un acto opcional, sino como una responsabilidad espiritual que, si se descuida, se convierte en pecado.
En este episodio abordamos una verdad contundente: la falta de oración no es solo descuido, es desobediencia. Samuel entendió que interceder por el pueblo era parte esencial de su llamado. Así también, nosotros somos llamados a sostener a otros en oración.
“El pecado de no orar” nos confronta con una necesidad urgente en nuestras vidas: cultivar una comunión activa con Dios y asumir con seriedad el privilegio de interceder.
Preguntas para reflexión:
- ¿Tomas en serio tu llamado a orar por otros?
- ¿Has dejado de orar por alguna causa por desánimo o rutina?
- ¿Consideras la oración como una prioridad diaria o una última opción?