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El Salmo 103:14 afirma: “Porque él conoce nuestra condición; se acuerda de que somos polvo.” Estas palabras no rebajan al ser humano, lo dignifican: Dios no nos exige lo que no somos, sino que se acuerda con ternura de nuestra fragilidad.
Este episodio nos lleva a contemplar la compasión de Dios desde una perspectiva íntima. Su memoria no es como la nuestra: no está llena de errores del pasado, sino de comprensión presente. Recordar que somos polvo no es desesperanza… es gracia.
“Una memoria incomparable” es una meditación sobre el Dios que no olvida nuestra humanidad, y nos ama precisamente desde allí. Su compasión está basada en Su perfecta memoria de lo que somos.