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«Mientras el mundo busca soluciones urgentes, el profeta Habacuc nos enseña el poder de una oración que no solo pide, sino reconoce la majestad de Dios. En Habacuc 3:3-4, vemos una oración gloriosa que describe la manifestación de Dios como luz brillante y poder transformador.
En tiempos donde la fe puede parecer frágil, imitar esta oración nos ayuda a recuperar una visión grande de Dios. Nuestra adoración, aún en medio del caos, puede cambiar la forma en que enfrentamos las crisis diarias. Hoy más que nunca, necesitamos oraciones que eleven los ojos y abran el corazón.»