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Cuando miramos el cielo estrellado, los cielos que Dios formó con sus dedos, surge una pregunta inevitable: ¿Qué es el hombre para que tengas de él memoria? Este episodio es una invitación a detenernos, mirar hacia arriba, y reconocer la inmensidad de Dios frente a nuestra pequeñez.
La oración no siempre comienza con palabras. A veces comienza con asombro. “Una meditación en Dios” nos lleva a contemplar Su grandeza en la creación y nos recuerda que, aunque somos pequeños, somos profundamente amados y recordados por el Creador del universo.
La verdadera oración brota de la humildad que nace al ver cuán grande es Dios… y cuán cerca Él está de nosotros.
Preguntas para reflexión:
- ¿Con qué frecuencia permites que la creación te lleve a la adoración?
- ¿Cómo responde tu corazón al asombro de ser recordado por Dios?
- ¿Tu oración nace más del ruido o de la contemplación?