
/
En tiempos donde las banderas se alzan para representar causas, ideologías o movimientos, hay una que sigue siendo eterna: la presencia de Dios como estandarte en nuestras batallas. Éxodo 17:15 nos recuerda que no peleamos solos ni por nuestra fuerza; cuando el Señor es nuestra bandera, cada victoria apunta a algo mucho más grande que nosotros mismos.