INTRODUCCION
Buen día, amados hermanos, amigos, conocidos y quienes me escuchen. Bienvenidos a nuestra comunión con Dios. La meditación la hemos titulado: “Amigo mío.” Y estamos utilizando en el Nuevo Testamento el libro de Lucas 14:10 y dice así: “Mas cuando fueres, convidado, ve y siéntate en el último lugar, para que cuando venga el que te convido. Te diga, amigo, sube más arriba. Entonces tendrás gloria delante de los que se sientan contigo a la mesa.”
ORACION
Oremos. Padre, de la gloria, Santo, Santo, Santo, Padre, gracias por la vida, gracias por tu palabra y todas las bendiciones recibidas. Gracias Padre, por tu invitación al convite de vida eterna en Juan 3:16, que nos dice, porque de tal manera amó Dios al mundo, nos amaste que dio a su hijo unigénito, Jesucristo, para que todo aquel que en él crea, no se pierda, mantenga vida eterna.
Gracias Padre, que nos llevas y nos diriges en todo tiempo, guiados por tu Espíritu Santo. Ponemos nuestra humanidad Padre, delante de ti solicitando perdón por nuestros pecados, úngenos, santifícanos en el nombre de Jesús, gracias, Señor, Amén, amén y amén.
MEDITACION
Amigo mío, estamos viendo aquí lo interesante, de lo que es cuando se nos invita a un convite, y cuando leemos este pasaje bíblico en las escrituras encontramos una gran enseñanza. Nuestro Salvador nos enseña aquí que las obras de caridad son mejores que las obras de la exposición. Mucha gente, cuando llegaba a un lugar de reunión, exponía delante de los demás lo que era, para ser visto por los demás y para que su ego fuera alimentado.
Esto era y es normal en muchas sociedades, el prestigio de las personas veían reflejados, según dónde se sentaban con respecto a la cabecera de la mesa. El hombre que era objeto de los mayores honores, se ubicaba en la cabecera de la mesa y las demás personas de relevancia se sentaban bien cerca de él. Así que muchos se peleaban para ubicarse en los primeros asientos.
Jesús les dijo: Cuando alguien te invite, no busques lugares de honor, pues qué más honor que es ser invitado. Cuando estés en el último asiento te buscará el que te invitó y te llevará al lugar que te corresponde, pero si te ubican en un lugar que no te pertenece, entonces vendrá el dueño de la fiesta y te dirá, por favor, podrías hacerte un poco más atrás.
Amigo y hermano, vivimos en un mundo donde todos quieren privilegios, pero pocos quieren trabajar en la obra. Todos anhelan estar sentados en el primer puesto, pero no saben que cuando eres siervo del Señor, no buscas privilegios para ti, sino para Él, y si eres obediente, llegará el día en que tu Señor te dirá: amigo mío, ven y siéntate más adelante. Que el Señor bendiga tu día hasta luego.