Introducción
Buen día, hermanos, bienvenidos a nuestra comunión con Dios. Hoy nuestra meditación la titulamos, los dos hijos, los dos hijos. Estamos utilizando. En el Nuevo Testamento, dos libros. En Mateo 7:21 dice lo siguiente: No todo el que me dice, Señor, Señor, entrará en el Reino de los Cielos. Sino el que hace la voluntad de mi padre, que está en los cielos. Y en 2 Timoteo 2:25 dice. Dios les conceda que se arrepientan para conocer la verdad.
Oración
Señor, mi Dios, santificado sea tu nombre y en estos momentos, Señor, queremos darte gracias, Señor, por todos los beneficios recibidos que tú nos has dado a todos nosotros dándote gracias por tu palabra, Señor, que nos da la verdad y esa verdad representada en Jesucristo, es la salvación, la esperanza de vida eterna. Confesamos nuestros pecados y solicitamos restauración en esta hora y clamamos a Ti dándote Señor solicitud. Danos fortaleza, fe en nuestros quehaceres. Buscando el camino de acuerdo a tu voluntad, Señor, Acuérdate de nosotros y bendice el grupo participante en el Santo nombre de Jesús, te rogamos, amén, amén y amén.
Meditación
Los dos hijos. Volvamos a leer la parábola de los dos hijos. Un hombre tenía dos hijos. Y acercándose al primero, le dijo. Hijo ve hoy a trabajar en mi viña. Respondiendo, él dijo, No quiero, pero después arrepentido fue. Y acercándose al otro, le dijo de la misma manera. Y respondiendo, él dijo, Sí, señor, voy y no fue. ¿Cuál de los dos hizo la voluntad de su padre? Dijeron ellos, el primero, Jesús les dijo. De cierto digo. Que los publicamos y las rameras. Van delante de vosotros al Reino de Dios porque creyeron. Mateo 21, 28 y 32. Como lo da a entender Jesús. Al final de esta parábola. Los responsables religiosos de su época hacían bellos discursos. Pero en su corazón no era recto para con Dios y no le obedecían.
A la inversa, muchas personas de mala vida tenían remordimientos, se arrepentían de sus pecados e iban a Jesús para ser perdonados. Amigo y hermano. Este pasaje también se dirige a nosotros. Dios no espera de nosotros hermosos discursos o buenas intenciones. Sino una mirada honesta sobre nuestra vida. Nuestras faltas y nuestra independencia con respecto a Él. La confesión de nuestras fallas, nuestro pecado, nuestras faltas y el juicio sobre nuestro estado de pecadores. Deben conducirnos a cambiar de dirección. Y a volvernos a Dios para aceptar la salvación que nos ofrece mediante la fe en Jesucristo, eso es la conversión. Cada cristiano puede hallar en este pasaje. Un llamado a ser fiel a su señor y maestro y a no dudar en corregir su actitud si se ha equivocado del camino, que el señor bendiga tu día hasta luego.