INTRODUCCION
Buen día hermanos y quienes me escuchen. Bienvenidos a nuestra comunión con Dios. Hoy nuestra meditación la he titulado: “Levántate”. Estamos utilizando en el Nuevo Testamento, el libro de Lucas 7:14-16 y dice así: Joven, a ti te digo levántate, aquí está hablando Jesús. Joven, a ti te digo levántate. Entonces se incorporó el que había muerto y comenzó a hablar y lo dio a su madre. Y todos tuvieron miedo y glorificaban a Dios.
ORACION
Oremos. Padre de la gloria en el nombre de Jesús, damos gracias por la vida padre. Gracias por esta palabra. Tus misericordias, señor sean sobre nosotros. Y en esta hora santificamos tu nombre, padre. Gracias, señor porque tú eres ese Dios eterno, el Dios sabio, el Dios de la misericordia del amor.
Y tú eres el Dios que da vida a padre. Y lo demostraste a través de tu hijo Jesucristo, cuando vino, señor, vino a sacarnos a nosotros del infierno, vino señor específicamente para salvar nuestras vidas y dándonos la esperanza de vida eterna.
Por eso te damos las gracias, padre. Solicitamos, señor, que tú afiances nuestra fe, agrándala, padre a través de tu Espíritu Santo y llénanos, señor, siempre de ese amor por ti, Padre Santo, santificamos tu nombre en esta hora y solicitamos también, señor, tu misericordia sobre el grupo participante, padre.
Bendícenos en todos, cada uno de acuerdo a su necesidad, padre, que tú conoces en lo profundo. Y en el nombre de Jesús, Señor Permítenos expresar esta palabra y que sea de gran bendición padre para quienes lo escuchen, que tomen decisiones en el nombre de Jesús. Amén, amén y amén.
MEDITACION
Ok. Levántate. En la entrada de la ciudad de Naín se encontraron dos multitudes. Una iba tras un féretro en el cual yacía el hijo único de una viuda. Y la otra seguía a Jesús. ¡Qué contraste entre esos dos cortejos!
Uno iba atrás el autor de la vida, que es Jesús, en Hechos 3:15 y el otro tras la muerte. Esa despiadada muerte que se apodera de uno sin preocuparse por los dolores que causa. La multitud que formaba el cortejo fúnebre mostró una verdadera simpatía por la madre, pero qué débil consuelo ante la irremediable realidad.
Al ver a la madre, Jesús se compadeció de ella y le dijo no llores, en el versículo 13. Solo él podía hablar así, pues sólo él podía devolver la vida. Y lo hizo mediante una frase, joven a ti te digo levántate, el versículo 14.
Con ternura, devolvió a la madre su hijo único vivo. ¡Qué extraordinario consuelo!
Amigo y hermano. Esas palabras tan personales de Jesús, joven a ti te digo, que quizás también se dirían a usted que oye estas líneas sea joven o mayor. ¿Su vida es triste y carece de sentido? ¿Se siente incomprendido, anónimo? Jesús tiene para usted y sólo para usted una palabra personal.
Usted y su historia son únicos para Dios, e incluso si su vida le parece poco interesante o incluso dolorosa. Levántate en el versículo 14. En el evangelio, este verbo está ligado a la resurrección. Una vida totalmente nueva le será dada.
Hoy usted puede tener un encuentro con el señor si escucha y recibe su palabra. Lea la Biblia, pida al señor que abra también su corazón a su mensaje y usted vivirá. El señor bendiga tu día hasta luego.