La fe no es una muleta

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Episodio 177: La fe no es una muleta
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INTRODUCION

Buen día hermanos, amigos, bienvenidos a nuestra comunión con Dios. Hoy nuestra meditación la hemos titulado: “La fe no es una muleta.”  Estamos utilizando en el Nuevo Testamento, el libro de Lucas 5:31-32 y dice así: ”Respondiendo  Jesús, les dijo. Los que están sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos. No he venido a llamar a justos, sino a pecadores al arrepentimiento.”

ORACION

Oremos. Padre de la gloria, santificado sea tu nombre. El Dios nuestro, Dios de la misericordia, del amor del perdón. Bendecido sea tu nombre Padre, y nosotros en esta mañana queremos seguir dándote gracias por esa misericordia, por ese amor, por la vida misma.

Y vemos Señor, que esta palabra que tú nos has dado, también esa bendición para conocerte más y en esta oración Señor, viendo el versículo de Lucas viendo como Jesús dice que lo que están sanos no tienen necesidad de médico.

Entonces va a nosotros los enfermos a todos los que estamos enfermos espiritualmente, y Jesús da preferencia a quienes reconocen que necesitábamos ser espiritualmente sanos, por ello damos gracias.

Por esta misericordia de habernos escogido de haber sido llamados en el tiempo preciso antes de dormir, y así nosotros gozamos de la seguridad de una vida eterna. Señor bendice el grupo participante en el nombre de Jesús amén, amén y amén.

No he venido a llamar a justos, sino a pecadores al arrepentimiento. Jesús se está refiriendo a todas las enfermedades espirituales.

MEDITACION

Ok. La fe no es una muleta. La fe cristiana está al alcance de los que no se creen invencibles, de quienes son conscientes de que existe una grave lesión en su vida. Jesús sabía muy bien que desde el punto de vista moral nadie tenía buena salud.

Pero la mayoría de nosotros no negamos a reconocer nuestra invalidez, incluso si es obvia para todos. Sin embargo, al mantenernos en esa posición nos condenamos a permanecer el resto de nuestra vida cojeando.  La educación, las actividades religiosas y las buenas obras nunca podrán curarnos.

Jesús no nos ofrece una muleta, sino la curación. El Evangelio, palabra que significa buena noticia, buenas nuevas, nos enseña que Dios mismo intervino mediante Jesucristo para llevarnos a una curación radical, total, dándonos una nueva vida. En contra de toda lógica humana, Jesucristo hizo esto muriendo por nosotros.

Nuestra maldad había levantado una pared infranqueable entre Dios y nosotros, pero Jesús la derribó. Porque puso nuestros pecados a su cuenta y así consiguió para nosotros el derecho a ser perdonados. Pudo hacerlo porque era a la vez Dios y hombre perfecto.

Amigo y hermano. Por lo tanto, Dios da al hombre una nueva vida, la vida de Cristo que nos libera de las ataduras del pasado, de la esclavitud, del pecado y del miedo a la muerte. Esta nueva vida hace que podamos vivir en cierta medida como Cristo en relación con Dios y haciendo el bien en nuestro prójimo.

Reconozcamos nuestra necesidad del perdón divino, así nuestra vida será abundante y fructífera para el Jesús, que nos limpia de todo pecado, que el Señor bendiga tu día hasta luego.