Jesús el gran piloto

Palabra Viva
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Episodio 137: Jesús el gran piloto
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INTRODUCCION

Buen día, hermanos, amigos y quienes me escuchen. Bienvenidos a nuestra comunión con Dios. Hoy nuestra meditación la hemos titulado: “Jesús el gran piloto” y estamos utilizando un versículo del Antiguo Testamento basado en Salmos 107:29-30 y dice así: Cambia la tempestad en sosiego, y se apaciguan sus ondas. Luego se alegran porque se apaciguaron y así los guía al puerto que deseaban.

ORACION

Oremos.  Padre de la gloria en el nombre de Jesús Santificamos tu nombre, padre eterno, padre de la gloria, la misericordia, el perdón. Te damos gracias por la vida y gracias por tus bendiciones y por esta palabra.

Señor, te alabamos, te alabamos, padre. Por tu misericordia padre, por tu protección, por tu guía a puerto seguros, por la seguridad y paz que tenemos en experiencia aún en situaciones fuertes y especiales.

Te honramos padre, te damos gracias exaltándote siempre señor, solicitamos tus bendiciones permanentes padre, en todo lo que hagamos y que sea de acuerdo a tu Santa voluntad. Santificado seas en el nombre de Jesús, amén, amén y amén.

MEDITACION

Ok. Jesús el gran piloto. Un poeta inglés escribió. Soy señor de mi destino. Soy el capitán de mi alma. Esa si que es una persona fuerte, pensará usted. El futuro en la tierra y el más allá no lo asustan. Es el único capitán a bordo.

Sin embargo, poco tiempo después de este escritor perdió a su hija de 5 años. Y fue dominado por el dolor. Y acercándose al final de su vida, no podía ocultar su desesperación. Pobre señor de su destino, incapaz de estar seguro del siguiente minuto.

Sus días se van como llevados por un torrente y ni siquiera puede reducir su velocidad. Se cree capitán de su alma. Pero pregúntele en qué puerto echará el ancla, probablemente le responda que no sabe. Lo quiera o no, no podrá impedir que su alma comparezca ante Dios.

Y allí tendrá que responder a esta pregunta. ¿Qué hiciste del sacrificio de Jesús, mi amado hijo? Es imposible escapar de la justicia divina. Antes de juzgarlo, Dios amó al culpable. Hizo todo para salvarlo, lo único que le pedía era creer. Si el hombre no quiso creer, es su responsabilidad.  Así como el amor divino fue limitado, la justicia se aplicará sin rebaja.

Amigo y hermano. Confíe el timón de su vida a Jesús, el gran piloto, sólo él puede volver a orientar el timón y llevar su barca con seguridad hasta el puerto. Continúe en él, nunca se arrepentirá. “Tengamos un fortísimo consuelo los que hemos acudido para asirnos de la esperanza puesta delante de nosotros. La cual tenemos como segura y firme ancla del alma, y que penetra hasta dentro del velo, donde Jesús entró por nosotros” en Hebreos 6:18,20.

Que esta meditación, le haya hecho redargüir, pensar y confirmar que tu seguridad de salvación está firme. Y que tu piloto viene siendo Jesús el gran piloto, hasta luego que el señor te bendiga.