Introducción
Muy Buenos días, amados hermanos, hoy estoy presentando el tema titulado: Exhortación de una madre, basado en Proverbios 31:2, que a continuación dice así: ¿Que hijo mío? ¿y qué hijo de mi vientre? ¿y qué hijo de mis deseos?
Oración
Padre de la gloria, bendecimos tu nombre en esta hora dándote las gracias por nuestra vida, gracias, Señor, por las situaciones especiales, ya sean dificultades y de alegrías, Padre santo, y hoy nosotros te vemos a ti, mi Dios como nuestro consejero eterno, a través de tus siervos, profetas y de tu palabra, damos a exaltación a tu nombre, honra, gloria y honor, nuestra humanidad manifiesta profunda hacía los nuestros es ínfima, comparada a tu generosidad, a tu amor en Juan 3: 16. Por ello te exaltamos padre, y solicitamos tu bendición con el perdón de nuestros pecados, en el nombre de Jesús, amén, amén y amén.
Meditación
Aquí estamos viendo nosotros, el panorama, la madre de Salomón al final expresa ese sentir de una madre antes de dar su consejo en cuanto a la vida, ella comienza con ese suspirar de “hijo mío”, se siente dueña de ese ser querido, ya que lo dio a luz y los segundos “hijo de mi vientre”, fue su vientre el que fue portador de ese ser que ya no está en su vientre, ya ha crecido y ahora es una persona más grande, Por último, dijo, “hijo de mis deseos”, muchas mujeres han tenido ese deseo de poder formar a un ser que lo represente en la sociedad.
Amigo y hermano, ¿alguna vez te has detenido a reflexionar sobre tus hijos ahora que han crecido? ¿Le has dado algún Consejo? Tal vez dirás, no tengo hijos para aconsejar, pero si el Señor ha puesto en tu camino seres que, aunque no son hijos de sangre, lo son en la fe y es como si lo fueran, qué bueno es para un hijo escuchar lo que escuchó Jesús de su padre, “Tú eres mi hijo Amado, en quién tengo complacencia” Marcos 1:11, el Señor Bendiga tu día hasta luego.