INTRODUCCION
Buen día hermanos, amigos y quienes me escuchen. Bienvenidos a nuestra comunión con Dios. Hoy nuestra meditación la hemos titulado: “Desde el vientre del pez.” Y está basada en el texto de Jonás 2:9 y dice así: Más yo, con voz de acción de gracias te ofreceré sacrificio. Lo que prometí, pagaré. La salvación es del señor.
ORACION
Oremos. Padre en el nombre de Jesús te damos gracias por todo lo que tú nos has dado como bendiciones. Invocamos tu nombre, señor bendiciendo señor, tu nombre, el padre eterno, el Dios de la misericordia, el amor del perdón.
Ese Dios, señor, omnipotente, omnisciente. A ese Dios estamos orando, padre y oímos, señor las voces de tu palabra cada día. Y hoy señor, hemos venido aquí para darte gracias, señor, por esa palabra que nos redarguye que nos hace pensar, señor en tu palabra, en descubrir la profundidad de tus mensajes.
Así que nosotros con voz humilde, padre santo te damos las gracias. Y queremos, señor, que tú perdones nuestra falla nuestro pecado, solicitamos la fortaleza que necesitamos. Tanto en pensamiento como en hechos padre.
Así que hoy con gran gozo, señor, te pedimos y solicitamos en humildad que tú sigas bendiciendo el grupo participante, señor. Este grupo que manda mensaje, señor de agradecimiento, señor gente que está realmente interesada.
Sin embargo, hay alguno, señor, no sé. Pero yo te pido bendición sobre todo lo que esté en participando en el nombre de Jesús amén, amén y amén.
MEDITACION
Ok. Aquí estamos viendo el caso de Jonás. Y Jonás en su última palabra, dice lo que prometí, pagaré. La salvación es del señor. Estas fueron las palabras del profeta desde el vientre del gran pez. Casi sus últimas palabras registradas en una situación difícil.
Cuando leo en la palabra acerca de esta experiencia, que tuvo este hombre. Trato de imaginar a aquella persona que está metida en un gran problema y al borde de la desesperación, en donde su último recurso es Dios.
Este hombre fue llamado por el señor a una misión y se desvió hacia otro lado, se desvió hacia otro lado. Pudo ahogarse, pero este pez llegó de parte de Dios en su auxilio para hacerlo reflexionar.
Amigo y hermano. ¿Cuántas veces has estado metido en el vientre de un gran pez? Tal vez dirás nunca, ninguna vez. Jonás prometió cumplirle a Dios. No solo por obediencia, sino como una acción de gracias ya que atribuyó la salvación al todopoderoso Dios.
En este día no sé lo que lo que estés pasando. Pero sabes, así como este hombre en lo profundo del mar y lo profundo del pez, tuvo valor de reconocer su necesidad del señor. Espero que tú lo hagas diciendo cuando mi alma desfallecía en mí, me acordé de Jehová. Y mi oración llegó hasta ti en tu santo templo. El señor bendiga tu día hasta luego.