
Ser constantes en la oración es una virtud rara, pero profundamente necesaria. En Romanos 12:12 se nos exhorta a mantenernos “gozosos en la esperanza; sufridos en la tribulación; constantes en la oración”. La constancia muestra una fe que no depende de resultados inmediatos, sino de la fidelidad de Dios.
La perseverancia es más que insistencia: es comunión. Es volver a Dios una y otra vez, porque sabemos que fuera de Él no hay respuestas duraderas. Perseverar es orar incluso cuando no entendemos, cuando todo en nosotros quiere rendirse.
Este episodio te anima a no abandonar tu lugar de oración. Dios no se cansa de ti. Si tú aún no ves el fruto, Él sigue obrando. Y al final, te sorprenderás de lo que ha estado preparando mientras tú simplemente seguiste orando.
Preguntas para reflexionar:
- ¿Qué situaciones me han llevado a detener mi vida de oración?
- ¿Cómo podría retomar hoy una oración que abandoné?
- ¿Estoy orando con fe o con desánimo?»