Deuteronomio 8:3 nos recuerda que el hombre “no solo de pan vivirá, mas de todo lo que sale de la boca de Jehová vivirá el hombre.” En este episodio, reflexionamos sobre la verdadera fuente de sustento para el alma: la Palabra viva de Dios, más necesaria que el alimento físico.
Dios usó el maná en el desierto no solo para alimentar, sino para enseñar dependencia. El pueblo debía aprender que su sobrevivencia no dependía únicamente de recursos materiales, sino de cada palabra que procede de Dios. Hoy, esa enseñanza sigue vigente para una generación hambrienta de sentido y dirección.
Este episodio es una exhortación a renovar nuestro apetito espiritual y a reconocer que la Escritura no es opcional, sino esencial. Solo cuando el corazón se alimenta de la Palabra, encuentra vida, fuerza y propósito duradero. Porque hay hambre que solo el cielo puede saciar.
