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«En una época donde la desesperanza toca la puerta de muchos, en Salmos 9:18 afirma que Dios no se olvida de los necesitados ni abandona su promesa de justicia. Esta «»visitación»» no es una visita ocasional, sino una intervención divina que llega justo cuando parece que todo se ha perdido.
Hoy, cuando tantas comunidades viven en olvido y silencio, esta verdad renueva nuestra esperanza: Dios sigue atento, y su cuidado llega en el momento perfecto. Aplicarlo significa comprometernos también con los olvidados, reflejando el carácter de Aquel que promete no desamparar.»