Introducción
La santificación es un proceso continuo por el cual los creyentes son transformados a la imagen de Cristo, purificados del pecado y equipados para llevar a cabo la voluntad de Dios. La santidad, vista como una cualidad divina, representa la pureza, la rectitud y la separación del mal. Los cristianos son llamados a vivir vidas santas, apartadas para el servicio de Dios, reflejando Su carácter en el mundo.
- Lunes: 1 Pedro 1:15-16 (Si no, como Aquel que os Llamó es Santo, Sed También Santos…)
- Martes: 1 Tesalonicenses 4:3-7 (La Voluntad de Dios es Vuestra Santificación…)
- Miércoles: Hebreos 12:14 (Seguid la Paz con Todos, y la Santificación…)
- Jueves: Efesios 1:4 (Según nos Escogió en Él Antes de la Fundación del Mundo…)
- Viernes: 2 Timoteo 2:21 (Así que, el que se Limpiare de Estos, será Vaso para Honra…)
- Sábado: Levítico 20:7-8 (Y os Santificaréis, y Seréis Santos…)
- Domingo: 1 Corintios 6:19-20 (¿O no Sabéis que vuestro Cuerpo es Templo del Espíritu Santo?)
Aplicación
La santificación se logra a través de la obediencia a la Palabra de Dios y la colaboración con el Espíritu Santo. La lectura regular de las Escrituras, la oración ferviente y la participación en la comunidad de fe son herramientas clave en este proceso. Es esencial someterse a la voluntad de Dios y renunciar al pecado, permitiendo que el Espíritu Santo nos transforme desde adentro hacia afuera. La práctica de la humildad y el amor sacrificial, así como el perdón y la reconciliación, son evidencias tangibles de la santificación en la vida de un creyente. La búsqueda constante de una relación más profunda con Dios y el deseo de vivir de acuerdo con Sus mandamientos son indicadores de un corazón santificado. Al vivir en la santidad y la santificación, los cristianos testimonian el poder transformador de Dios y participan activamente en Su obra redentora en el mundo.