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Filipenses 4:10-20 nos habla de cómo nuestras acciones y actitudes pueden ser una ofrenda fragante para Dios, especialmente cuando compartimos con generosidad y amor. Reflexionamos sobre la importancia de vivir de manera que nuestras vidas irradien gratitud y abundancia, siendo conscientes de que cada gesto de bondad y cada acto de servicio son agradables a Dios. Una vida fragante no solo impacta a quienes nos rodean, sino que también glorifica a nuestro Creador.