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Eclesiastés 3:1 nos recuerda que todo tiene su tiempo, un mensaje relevante en un mundo que a menudo exige resultados inmediatos. Reflexionamos sobre cómo entender y aceptar que cada etapa de la vida tiene su propósito puede liberarnos de la presión de apresurarnos. Al igual que las estaciones del año, cada momento tiene su belleza y lecciones únicas que aprender.