INTRODUCCION
Buen día, amados hermanos, vecinos, conocidos, amigos. Bienvenidos a nuestra comunión con Dios. Hoy nuestra meditación la hemos titulado: “Una mala consejera” Y estamos utilizando en el Antiguo Testamento el libro de Eclesiastés 10:18 y dice así: ”Por la pereza se cae la techumbre. Y por la flojedad de las manos, se llueve en la casa.”
ORACION
Oremos. Padre de la gloria en el nombre de Jesús. Santo, Santo, Santo eres Padre eterno, Padre de la misericordia, del amor y del perdón. Solicitamos, Señor, el perdón de nuestros pecados. El perdón de nuestros pecados y en oración y humillación solicitamos restauración.
Y permítenos Señor, avanzar en tus caminos, nuestras oraciones, pensamientos y hechos sean escuchados y bendecidos. Haciendo, y esforzándonos, y quitándonos la sensación del no hacer. La pereza sea desechada en todo tiempo. Y nuestro amor por tu palabra sea nuestra manifestación haciendo tu voluntad. En el nombre de Jesús. Amén, amén y amén.
MEDITACION
Ok. Vamos a ver el panorama. En este pasaje de las escrituras leemos como esta consejera llamada pereza trae malas consecuencias. Por ejemplo, cuando el techo de una casa se pone con agujeros en tiempos de verano y el dueño no hace nada para repararlo. ¿Qué ocurrirá cuando venga ese terrible invierno? El agua que cae sobre la misma hará que se moje el que vive en ella por causa de su pereza.
Nunca la pereza ha sido una buena consejera. Debemos esforzarnos por hacer lo que nos corresponde en el tiempo que nos toca realizarlo.
Amigo y Hermano. En la parábola de los talentos el perezoso recibió un talento, y no puso su talento en el banco, sino que lo enterró. Ya, que dijo que su amo era duro, que cosechaba donde no sembró y que recogía donde no esparcía. Esa es la filosofía del perezoso, nunca la pereza ha sido buena consejera.
Las escrituras refiriéndose a su comportamiento, dice: Eh Perezoso, el león está afuera, seré muerto en la calle. Hay que tener mucho cuidado en estos tiempos con la pereza. Debemos esforzarnos y dar lo mejor de nosotros. En tiempo de pandemia u otra calamidad, nuestra familia lo demanda, el Señor lo espera, y nuestros cuerpos lo exigen.
Adelante a trabajar con alegría y esperanza. Que el Señor bendiga tu día hasta luego.