INTRODUCCION
Buen día, amados hermanos, vecinos, amigos, conocidos y quienes me escuchen. Hoy nuestra meditación la hemos titulado: “Un dinero devuelto” Basado en el Antiguo Testamento, en el libro de Zacarías 11:3 y dice así: “Y me dijo Jehová. Échalo al tesoro. Hermoso precio con que me han apreciado. Y tomé las 30 piezas de plata y las eché en la casa de Jehová al tesoro.”
ORACION
Oremos hermanos. En el nombre de Jesús, Señor, nosotros hoy venimos delante de ti Padre, santificado seas. Gracias por la vida, por tu palabra que nos instruye, que resalta tu dolor por tu pueblo y la humanidad. La desobediencia manifiesta como constante histórica, repetitiva hasta el día de hoy.
Reconocemos nuestros pecados y solicitamos tu perdón, nuestra restauración, y condúcenos a acciones acorde a tu voluntad. Y que esa sea Señor nuestra restauración, condúcenos a acciones Señor, a buscarte, a santificarnos, e ir a la tarea de la evangelización, Señor en tu voluntad, en el nombre de Jesús.
Señor, bendice también a nuestra congregación Padre, bendice todos los que escuchan este mensaje en el Santo nombre de Jesús. Amén, amén y amén.
MEDITACION
Ok. Vamos a ver el panorama. Un dinero devuelto. Aquí en Zacarías vemos una profecía donde se describe la venta del precio con que pagaron por Jesús antes de ser crucificado. Los líderes religiosos rechazaron el dinero y lo devolvieron para que se comprara un campo para sepultura de extranjeros.
La palabra se cumplió y ellos dijeron, no es lícito echarlas en el tesoro de las ofrendas. Porque es precio de sangre, Mateo 27:6-8. Después que Judas llevó su ofrenda al tesoro, fue rechazado el dinero y devuelto a él. Pero éste no lo quiso porque su conciencia lo acusaba y las arrojó en el templo, en Mateo 6:5.
Amigo y hermano. Muchas veces existen discusiones acerca del dinero que damos o no para las ofrendas del Señor y para el desarrollo de su obra aquí en la tierra. Tal vez tú seas una de esas personas que no llevan al altar esa ofrenda por muchas razones y ya te acostumbraste a no hacerlo.
Pero aquí vemos a alguien que sí lo hizo, pero con un dinero de una acción no muy buena como lo era la vida de un hombre, o sea, el precio de sangre.
Si supiéramos la importancia que tiene delante del Señor ese momento en que usted con un corazón limpio y agradecido, se presenta ante un altar para decirle con su ofrenda, gracias Señor, por ser mi proveedor. De gracia recibí y de gracia voy a dar.
Imagine lo que sintió Judas cuando los responsables de recibir le dijeron, no queremos tu plata, llévatela, no es bien recibida. Aquí aprendemos que no es cuánto dinero es, porque al Señor no le impresiona nuestro dinero, sino la actitud con que lo hace.
Nosotros no debemos tirar al piso del templo, la bendición que Dios nos da. Sino que en el alfolí que es el lugar que Dios nos manda que el lo demos, Malaquías 3:10. Que esta meditación haya sido de tu agrado y que la recibas como una enseñanza de lo que Dios espera de nosotros. Que el Señor bendiga tu día hasta luego.