INTRODUCCION
Buen día hermanos, amigos y quienes me escuchen. Bienvenidos a nuestra comunión con Dios. Hoy nuestra meditación la hemos titulado: “Y las repetirás a tus hijos.” Y el texto está en Deuteronomio 6:6-7, inicia así: Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa y andando por el camino y al acostarte y cuando te levantes.
ORACION
Oremos. Padre, en el nombre de Jesús, queremos darte gracias por tus bendiciones, señor por la vida y por esta palabra. Bendecido seas tú, señor, padre bueno, padre amoroso, padre de las misericordias.
Nosotros hoy estamos solicitándote padre, que esta meditación repercuta mucho en nuestras vidas. La obligatoriedad, señor de nuestras actitudes, señor, que sean conductas de acuerdo a tu palabra, de estudiar tu palabra, de tenerla en nuestro corazón, pero enseñarla padre a los hijos en tiempo y fuera de tiempo.
Eso es lo que realmente señor, nos ayuda, señor, conociendo tu palabra amándola y llamándola estando nosotros, señor, conscientes de que no podemos pecar señor, tenemos que pelear. Danos la fortaleza, la fe, señor, y bendícenos en nuestros esfuerzos, en pensamiento y quehaceres, en el nombre de Jesús, señor, gracias amén y amén.
MEDITACION
Ok. Israel estaba a la puerta de entrada de la tierra de Canaán y tenían un reto que cumplir. Y era cómo podrían sus descendientes vivir en santidad, en una tierra donde abundaban la idolatría, donde adoraban estatuas hechas por manos humanas y cuyo fin era desviar la atención del Dios verdadero a otros dioses.
Era urgente enseñarle a sus hijos e hijas ya que, al poseer las tierras, también podían quedarse con sus antiguas prácticas espirituales, como lo hacían en Egipto. Amigo y hermano. Tal vez dirás, yo no tengo hijos. Sabes, aunque no lo tengas, siempre habrá una oportunidad de enseñar a otros la verdad del altísimo.
Primero debes tener la palabra de Dios en tu corazón, para que con esa convicción puedas compartir a tu generación. No dejes que tu hijo se vaya al infierno, porque, aunque lo veías todos los días nunca tuviste el valor de presentarle al Cristo de la biblia.
Enséñale, la palabra de Dios antes que el diablo les enseñe a ellos lo que enseñaban los cananitas. Mi pregunta es: ¿Cuántas veces le has repetido a tus hijos que solo en Cristo hay salvación? Que el señor bendiga tu día, hasta luego.